Las palabras de los Pontífices y el lugar del Cónclave, un «cenáculo» de arte e historia que exalta la «belleza del hombre creado por Dios».
Los ojos y las cámaras del mundo apuntan a la chimenea de la Capilla Sixtina. Si bajamos la mirada por debajo de ese techo, “espacio” entre la historia y el cielo, se abre el escenario del Cónclave. Podrás “entrar” en este tesoro de arte e historia eclesial acompañado de las palabras de los Papas. Sus voces son las de guías excepcionales que han vivido momentos de gran intensidad en este lugar de extraordinaria belleza.
Un cofre del tesoro de recuerdos
En 1492, año del descubrimiento de América, se celebró el primer Cónclave en la Capilla Sixtina. Este lugar es también un cofre de recuerdos, afirmó el Papa Benedicto XVI durante el encuentro con los artistas en la Capilla Sixtina el 21 de noviembre de 2009.
“Preciosa por su arquitectura y sus dimensiones simbólicas, pero aún más por los frescos que la hacen inconfundible, comenzando por las obras maestras de Perugino y Botticelli, Ghirlandaio y Cosimo Rosselli, Luca Signorelli y otros, y llegando a las Historias del Génesis y el Juicio Final, excelentes obras de Miguel Ángel Buonarroti, que dejó aquí una de las creaciones más extraordinarias de toda la historia del arte. El lenguaje universal de la música también ha resonado a menudo aquí, gracias al genio de grandes músicos, que han puesto su arte al servicio de la liturgia, ayudando al alma a elevarse hacia Dios. Al mismo tiempo, la Capilla Sixtina es un singular cofre de recuerdos, ya que constituye el escenario solemne y austero de acontecimientos que marcan la historia de la Iglesia y de la humanidad”.
Deja que los frescos hablen
La Capilla Sixtina, que alberga el Juicio Final realizado por Miguel Ángel entre 1536 y 1541, es un tesoro de arte, un faro que ilumina la historia de la Iglesia y del mundo. Y es también el lugar donde se desarrolla la génesis de un nuevo ministerio petrino. En este lugar a los lados del altar, hay dos puertas. Se accede a la llamada “sala del llanto”, donde, inmediatamente después de la elección, el Papa recién elegido se cambia de ropa y se reúne para orar. Benedicto XVI recordó con estas palabras los momentos de la elección, que tuvo lugar el 19 de abril de 2005.
“Aquí, como sabéis, el Colegio Cardenalicio elige al Papa; Aquí también viví, con temblor y absoluta confianza en el Señor, el momento inolvidable de mi elección como Sucesor del Apóstol Pedro. Queridos amigos, que estos frescos nos hablen hoy, llevándonos hacia el objetivo último de la historia humana. El Juicio Final, que está detrás de mí, nos recuerda que la historia de la humanidad es movimiento y ascensión, es una tensión inagotable hacia la plenitud, hacia la felicidad última, hacia un horizonte que siempre supera el presente al pasar por él. Pero en su dramatismo, este fresco pone también ante nuestros ojos el peligro de la caída definitiva del hombre, amenaza que se cierne sobre la humanidad cuando se deja seducir por las fuerzas del mal. El fresco lanza pues un fuerte grito profético contra el mal; contra toda forma de injusticia. Pero para los creyentes, Cristo resucitado es el Camino, la Verdad y la Vida”.
Un cenáculo de historia y destinos humanos
Continuando el recorrido por la Capilla Sixtina acompañados por las voces de los Papas, otra fecha significativa es el 7 de mayo de 1964. Es el día de la Misa de los Artistas presidida por el Papa Pablo VI en la Capilla Sixtina, “cenáculo de historia, arte, religión y destinos humanos”.
“Quisiéramos liberar vuestra mente de ciertas aprensiones, de algunas perturbaciones que pueden fácilmente sorprender a quien se encuentra, en una ocasión como ésta, en la Capilla Sixtina. Tal vez no haya lugar que haga pensar más y temblar más, que inspire más timidez y al mismo tiempo excite más los sentimientos del alma. Pues bien, vosotros, artistas, debéis ser los primeros en apartar de vuestra alma la vacilación instintiva que surge al entrar en ese cenáculo de historia, de arte, de religión, de destinos humanos, de recuerdos, de presagios. ¿Por qué? Pero porque es precisamente, si hay algo más, un cenáculo de artistas. Y así debéis en este momento dejar que el gran aliento de las emociones, de los recuerdos, del júbilo, que un templo como éste puede provocar en el alma, invada libremente vuestro espíritu”.
Un santuario de la teología
La Capilla Sixtina es un templo que libera en el alma “el gran aliento de las emociones”. Entrar en este santuario acompañado por la voz del Papa Juan Pablo II, con las palabras que pronunció el 8 de abril de 1994 al final de la restauración de los frescos de Miguel Ángel, significa tener ante los ojos la escena del Juicio Final.
“Parece que Miguel Ángel, a su manera, se dejó guiar por las sugestivas palabras del Libro del Génesis que, referente a la creación del hombre, varón y mujer, afirma: «Estaban desnudos, pero no se avergonzaban» (Gn 2,25). La Capilla Sixtina es verdaderamente –si se puede decir así– el santuario de la teología del cuerpo humano. Al dar testimonio de la belleza del hombre creado por Dios como varón y mujer, también expresa, en cierto modo, la esperanza de un mundo transfigurado… Si ante el Juicio Final nos deslumbra el esplendor y el temor, admirando por un lado los cuerpos glorificados y por otro los sometidos a la condenación eterna, comprendemos también que toda la visión está profundamente impregnada de una única luz y una única lógica artística: la luz y la lógica de la fe que la Iglesia proclama al confesar: «Creo en un solo Dios… Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible»…
El lugar de la acción del Espíritu Santo
La Capilla Sixtina, dijo también el Papa Juan Pablo II en 1994, se convierte «ante toda la comunidad católica en el lugar de la acción del Espíritu Santo».
“La Capilla Sixtina es el lugar que, para cada Papa, guarda el recuerdo de un día especial de su vida. Para mí, es el 16 de octubre de 1978. Aquí mismo, en este espacio sagrado, se reúnen los cardenales, esperando la manifestación de la voluntad de Cristo sobre la persona del Sucesor de San Pedro. … La Capilla Sixtina ha vuelto a ser, ante toda la comunidad católica, el lugar de la acción del Espíritu Santo que constituye a los Obispos en la Iglesia y, en particular, constituye a quien debe ser el Obispo de Roma y el Sucesor de Pedro”.
En el corazón de la historia
La Capilla Sixtina, cuando el cardenal electo Papa acepta la elección, se convierte también en el lugar del “sí”, de ponerse al servicio de la humanidad, de la historia. Como lo hizo María. Lo recordó el Papa Francisco el 8 de diciembre de 2024.
“En la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio nos narra uno de los momentos más importantes y más bellos de la historia de la humanidad: la Anunciación (cf. Lc 1, 26-38), cuando el “sí” de María al arcángel Gabriel permitió la encarnación del Hijo de Dios, Jesús… Como en la escena de la creación de Adán pintada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, donde el dedo del Padre celestial toca el del hombre; También aquí lo humano y lo divino se encuentran, en el inicio de nuestra Redención, se encuentran con una maravillosa delicadeza, en el momento bendito en el que la Virgen María pronuncia su “sí”. Ella es una mujer de un pequeño pueblo periférico y está llamada para siempre al centro de la historia: de su respuesta depende el destino de la humanidad, que pueda sonreír y volver a esperar, porque su destino ha sido puesto en buenas manos”.
María es “una mujer de un pequeño pueblo periférico y está llamada para siempre al centro de la historia”, afirmó Francisco. Incluso el nuevo Obispo de Roma podría provenir de una pequeña ciudad periférica. Será llamado al centro de la historia, de este complejo momento histórico que vive la humanidad herida por las guerras y las injusticias. En la Capilla Sixtina “el dedo del Padre celestial toca el del hombre”. Es conmovedor pensar entonces que el dedo de Dios pintado por Miguel Ángel indica al hombre en este cónclave el camino futuro de la Iglesia, el camino que el pueblo de Dios guiado por su pastor universal está llamado a recorrer.