El obispo de San Francisco recordó que, por el bautismo, los cristianos se convierten en morada de Dios, llamados a vivir con esperanza, impulsados por el amor derramado por el Espíritu Santo.
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva invitó a los fieles a contemplar el misterio de la Trinidad como una presencia viva y cercana en la vida cristiana. Inspirado por las palabras de San Pablo en la carta a los Romanos -“Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom 5,5)-, el obispo destacó que, por el bautismo, los creyentes se convierten en “hogar” de la Trinidad.
“Por el bautismo, somos el hogar que la Trinidad se ha buscado al salir de sí misma y venir al mundo”, expresó monseñor Buenanueva en su reflexión semanal, y profundizó en la idea de que Dios no permanece distante, sino que habita en el corazón del hombre. A través de la imagen del agua derramada, San Pablo ilustra la acción del Espíritu, que llena el corazón humano con el amor divino.
“En nosotros habita el Padre, por el Hijo, en la alegría del Espíritu Santo”, subrayó el prelado, y agregó que este misterio de gracia es el tesoro que la Iglesia custodia y está llamada a anunciar con fidelidad y entusiasmo.
Para monseñor Buenanueva, el cristianismo es esencialmente una experiencia de encuentro con un Dios “hogareño”, que busca establecer una relación íntima y transformadora con cada persona. “Dios quiere inhabitar en nosotros y hacernos experimentar su gusto por la vida”, afirmó.
En esta línea, recordó que el Espíritu Santo nos impulsa constantemente a volver a esa fuente de amor, que alimenta el deseo de verdad, bien y belleza, y que sostiene una esperanza que no defrauda, capaz de trascender el tiempo y conducirnos al cielo.
“¡Ojalá se nos abran los ojos para descubrirla y vivirla intensamente!”, concluyó.
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